Y puede que ahora sonrías una sonrisa que me indique a mí, que llevo media hora intentando leer las señales de su rostro, que el otro día no sonó el despertador y me pegué con la puerta del baño y perdí la micro y corrí hasta bajar la escalera porque no funcionaba el ascensor y vine corriendo desde el piso 8 y giré y estaba sentado en la banca nada más que para esto, para que yo me atreva a rozar su mano con la mía y que usted me mire a los ojos con sus ojos como lunas y yo le sonría y usted también me sonría, pero no con una sonrisa cualquiera sino con esta que le digo y que usted está empezando a poner, ¿ve?
Así: una sonrisa exactamente así.
Mi muchacho
"El amor estaba ahí, cerquita, esperando que le hablara. Escondido en timidez, disfrazado de amistad.". Y es que no sabe lo emocionada que me pongo cada mes esperando los 13. Y si, a veces dejo esperar un poco para no parecer tan ansiosa, pero miro el reloj cada 12, esperando que ya comience a ser 13. Hay cosas que me gustan de usted con ganas. No hablo de las facciones de su rostro o la proporción de sus piernas. Tampoco hablo de la forma de sus ojos ni mucho menos de la forma en que sus manos se moldean a mi cuerpo cuando hacemos el amor, no hablo tampoco de su cuerpo cuando lo veo vestirse ni de como sus dedos se enredan en mi cabello cuando me toca. Hablo de cosas sencillas como, por ejemplo: me gusta la manera en que sonríe cuando se enoja y también cuando no lo está. Me gusta su mirada concentrada cuando estudia, sus lunares rodeando sus hoyuelos. Me gusta cuando me dice que estoy regalona y le doy toda la razón del mundo. Me gusta porque me ha convertido en alguien...
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