Amo dormir con usted los sábados, llegar a la casa, hacer el amor, platicar por horas, verle compartir con mi familia, tomarnos él infaltable té/café, jugar juntos, ir al cerro, incluso estudiar juntos, robarle algún poleron, tomar desayuno los domingos, verle sonreír, sus regaloneos, esa forma tan dulce que tiene de seguirme mis mañas y antojos, volver a la cama, darle el beso de buenas noches y, cuando despierto entre sus brazos, el día siguiente, mientras voy sujetada de su mano, puedo asegurar que los lunes no son tan malos como la gente dice.

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