Me gusta percatarme que, un sábado a la noche, me da un beso en los labios, deseándome buenas noches, me acomoda en su pecho y me voy quedando dormida mientras me rasca la espalda. Me gusta la idea que puedo despertarme a las 4:30 de la mañana, pensar que mañana estaremos aún juntos, y que, a esa misma hora, puedo besar su boca y sé que cuidará de mi.

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