Sin miedo, esa debería ser mi filosofía de vida. He sobrevivido a todo tipo de eventos. Sobreviví accidentes, pésimas decisiones depresiones y momentos de mucha vulnerabilidad. He hecho cosas que quisiera eliminar y aún así sigo aquí, entera, avanzando, respirando y con la misma oportunidad de sentirme feliz.
Mis experiencias dicen con vehemencia que no tengo razones para temer y aún así me congelo ante ciertas circunstancias.
Me paro ante el hombre que he hecho el amor cientos de veces y cuando se acerca a besarme o a tomarme de la cintura, me invade una vergüenza por dentro y siento como se tornan rosadas mis mejillas, ni siquiera puedo moverme con naturalidad y verlo directamente a los ojos no es una opción viable. No importa qué haya vivido, qué haga ni qué vaya a vivir, sigo siendo ridícula cuando se trata de cosas así.
Mi muchacho
"El amor estaba ahí, cerquita, esperando que le hablara. Escondido en timidez, disfrazado de amistad.". Y es que no sabe lo emocionada que me pongo cada mes esperando los 13. Y si, a veces dejo esperar un poco para no parecer tan ansiosa, pero miro el reloj cada 12, esperando que ya comience a ser 13. Hay cosas que me gustan de usted con ganas. No hablo de las facciones de su rostro o la proporción de sus piernas. Tampoco hablo de la forma de sus ojos ni mucho menos de la forma en que sus manos se moldean a mi cuerpo cuando hacemos el amor, no hablo tampoco de su cuerpo cuando lo veo vestirse ni de como sus dedos se enredan en mi cabello cuando me toca. Hablo de cosas sencillas como, por ejemplo: me gusta la manera en que sonríe cuando se enoja y también cuando no lo está. Me gusta su mirada concentrada cuando estudia, sus lunares rodeando sus hoyuelos. Me gusta cuando me dice que estoy regalona y le doy toda la razón del mundo. Me gusta porque me ha convertido en alguien...
Comentarios
Publicar un comentario