Parche Curita

Hace algunos días vi una película en la casa de un pretendiente.
Tipo 12.30 a.m., mientras regresaba a mi hogar y pasaba por la playa, quedé plasmada contemplando una imagen de verdad asombrosa.
La luna brillante iluminaba todo el mar y se veía increíble. Lo primero que pensé fue llamar a mi pretendiente, pero no tenía vista al mar.
De cierta manera necesitaba compartir algo así de sorprendente con mis personas favoritas.

Fue precisamente en este instante donde comencé a cuestionarme respecto a la gran cantidad de personas que ciertamente no tienen con quien compartir sus momentos especiales. Que no comentan su cotidianeidad con nadie y que paulatinamente van perdiendo esa chispa que hace del día algo importante, especial, diferente.Podríamos suponer que esto sería una primera señal de esa inquietante impresión de sentirse solo/a. Ese primer indicio de la imponente sensación de soledad que gradualmente se va transformando en una insatisfacción de vida. La niegas, la tapas, te rodeas de mil y una personas, pero inevitablemente llega el día de la semana, generalmente el domingo, donde esa sensación de vacío, de falta, de soledad imperiosa, se hace presente.Es precisamente aquí donde comienzan a aparecer todos los “parche curita” de nuestra sociedad. Es impresionante escuchar cómo los seres humanos tramitan estas situaciones sin darse cuenta de lo que realmente les está sucediendo. Es asombroso percatarse de la gran cantidad de personas que tienen familia, parejas, amigos, sin embargo la soledad los consume a pesar de estar físicamente tan acompañados. ¿Alguna vez has sentido esto? ¿Has tenido esa apremiante necesidad de comentar pasares relevantes de tu vida pero percibes que no hay quien realmente te escuche? ¿Has pensado que todo eso que haces en tu día cotidiano puede ser la estrategia de tapar esa sensación espantosa que te comprime el pecho cada vez que ya no puedes evadirlo?El orden. Un clásico “parche curita”. Generalmente podemos verlo en el género femenino. Esa desesperante compulsión a mantener las cosas, los muebles, el polvo, los zapatos, la ropa, todo absolutamente impecable y perfecto. O los hombres, en sus oficinas, todo muy bien diseñado, perfecto, sin que nada se mueva de su lugar. ¿Cuál es ese tan inmenso desorden que te esmeras tanto por ordenar? ¿Qué sucede en tu propia vida que necesitas arreglar todo tu alrededor para apaciguar tu insatisfacción?¿Cuál es ese tan notable descontento que te lleva a perder minutos de tu día pensando en donde más se acumula polvo, o que cuadro está más chueco?El status, otro gran parche curita. Gran mito: todo vacío lo llena el dinero. ¿Es realmente cierto? ¿Te causa placidez el esfuerzo que haces por buscar pertenecer a un mundo que sabes no te entrega felicidad por más de un día? ¿Rememoras a las personas con quien creciste y te provoca rabia pensar que no necesitan más que a sus otros especiales para pasar un momento increíble? ¿Qué te entrega el jefe de las inversiones del mundo o el dueño de las canchas de polo de toda América o el millonario más farandulero?Vivir para trabajar. ¿Te acuestas en la noche, miras el techo de tu alcoba y piensas que hiciste en tu día? “All day long” en la oficina ¿Llegaste a ese momento en que no quieres llegar a tu hogar porque no te gusta sentir que el único ruido que hay es el que haces tu?Las drogas, el alcohol, ravotril, alprazolam, sexo por sexo. Los grandes “parches curita” de nuestra sociedad ¿Has pensado por qué a veces necesitas tanto de esto? ¿Has pensado alguna vez que quizá lo usas para doparte y tratar de llenar ese vacío que aún no sabes que significa? ¿Has amanecido con alguien a tu lado, alguien con quien realmente no quieres estar, y te preguntas a ti mismo/a “que hice”? Quizá es lo único que por un instante dejó de recordarte tu vacío.¿Cuál es tu parche curita? Aunque a momentos parezca difícil, sí se puede pensar y tramitar cual es realmente la causa de nuestro vacío. Piénsenlo, asúmanlo, véanlo. Y cuando lo sepan, enfréntenlo, háblenlo y traten de buscar una forma de trabajarlo. Pregúntense una y otra vez ¿estoy disfrutando mi vida? ¿esto me permite de verdad ser feliz? ¿qué realmente me hace sentir pleno/a? Personalmente siempre parto mis cuestionamientos desde el mismo enunciado; “Mi vida dura aproximadamente 80 años, y a esa edad somos todos iguales, algunos con más dinero, otros con menos, pero ahí el dinero no te estira las arrugas, no te lleva al evento más importante, no te entrega el auto más moderno (o sí pero ya no te importa), ni te hace el empresario más destacado del momento. A esa edad recuerdas tu vida, la resumes, ves lo bueno y lo malo, y observas quién te acompaña. Piensas si fuiste feliz y si la disfrutaste como te hubiese gustado”. Me queda todavía para los 80, pero hoy es cuando vivo para todos esos futuros recuerdos. Aprovecha tu vida, cámbiala ahora si no te hace feliz. ¡Y cuida todo eso que sí va a acompañarte hasta tus 80!

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