Diario

Innumerables veces pensé en acercarme y preguntarte el nombre.
Siempre estabas allí, callado, con tu sonrisa torcida y abrazando los diarios de la tarde para abrigarte.
Entre la multitud anónima pasaba por tu lado sin que me vieras y miraba tus ojos café cada día.
Hasta que, sin que fuera noticia, ya no estabas.
Te reemplaza un señor que grita el nombre del diario.
El mismo diario que te daba calor y que yo nunca me acerqué a comprarte, no por timidez, sino porque lo leía en casa.

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