Libertad
Tu corazón es libre, ten valor para hacerle caso.
Cómo cuando arrojas una cerilla y la llama recorre todo el rastro dejado por la pólvora consumiéndola hasta que llega al final, se produce un silencio y tras esa breve pausa estalla el barril que la contiene, arrasando con todo lo que encuentra a su paso y rompiendo así los listones de madera que la apresaban.Así es como te sientes cuando notas la libertad dentro de ti como si la palpases, tus pies están incrustados contra la tierra y esperando tu orden para coger impulso, elevarse por encima de todo y todos, poder violar la ley de la gravedad y salir ileso del intento, hacerte rozar las nubes y enseñarte el lugar donde el horizonte se pierde…hacerte sentir libre.Una libertad que en ocasiones te privan de ella sustituyéndola por implacables muros sin ventanas y frías cadenas que te impiden emprender el vuelo y seguir el impulso de tus pies. Y va pasando el tiempo, las cadenas se van oxidando por el agua contenida en tus lágrimas y los muros, antes implacables, van pasando a ser simples ladrillos descoloridos hasta que llega el día en que tus ojos se han cansado de llorar, en tu rostro se dibuja una sonrisa desafiante y en tus ojos sólo se refleja el color azul de un nuevo cielo. Entonces las viejas cadenas se rompen y los desgastados muros a tu paso se van convirtiendo en arena y al batir de tus nuevas alas se esparcen al son de tu aire, escapando así de esa prisión de piedra y hierro que te aprisionaba. La necesidad de escapar de aquel lugar que te consumía y te anulaba como persona, hicieron que volviera tu libertad arrebatada dándote alas para volar muy alto sin que nada ni nadie te retenga.Ahora surcas el cielo, el frío viento del Norte te lleva a lugares más cálidos donde la suave brisa mece tu cuerpo, tus oídos se sumergen en el mar con el sonido de sus olas, los campos con flores impregnan tu nariz con olores embriagadores, el jugo de una fruta madura resbala por tus labios dejando un rastro tras de sí de múltiples sabores hasta ahora desconocidos, tu vista se recrea con el extenso abanico de colores que te regala el paisaje y tus ojos reflejan ese arcoíris de matices y tu piel se eriza al contacto de seda de la fresca hierba…¿Qué son esos sonidos, olores, sabores y sensaciones?
Ahora tú ya lo sabes...son libertad.
La libertad, relámpago que parte el cielo en medio de la oscura tormenta
Engarza en oro las alas del pájaro y nunca más volará al cielo.
Cómo cuando arrojas una cerilla y la llama recorre todo el rastro dejado por la pólvora consumiéndola hasta que llega al final, se produce un silencio y tras esa breve pausa estalla el barril que la contiene, arrasando con todo lo que encuentra a su paso y rompiendo así los listones de madera que la apresaban.Así es como te sientes cuando notas la libertad dentro de ti como si la palpases, tus pies están incrustados contra la tierra y esperando tu orden para coger impulso, elevarse por encima de todo y todos, poder violar la ley de la gravedad y salir ileso del intento, hacerte rozar las nubes y enseñarte el lugar donde el horizonte se pierde…hacerte sentir libre.Una libertad que en ocasiones te privan de ella sustituyéndola por implacables muros sin ventanas y frías cadenas que te impiden emprender el vuelo y seguir el impulso de tus pies. Y va pasando el tiempo, las cadenas se van oxidando por el agua contenida en tus lágrimas y los muros, antes implacables, van pasando a ser simples ladrillos descoloridos hasta que llega el día en que tus ojos se han cansado de llorar, en tu rostro se dibuja una sonrisa desafiante y en tus ojos sólo se refleja el color azul de un nuevo cielo. Entonces las viejas cadenas se rompen y los desgastados muros a tu paso se van convirtiendo en arena y al batir de tus nuevas alas se esparcen al son de tu aire, escapando así de esa prisión de piedra y hierro que te aprisionaba. La necesidad de escapar de aquel lugar que te consumía y te anulaba como persona, hicieron que volviera tu libertad arrebatada dándote alas para volar muy alto sin que nada ni nadie te retenga.Ahora surcas el cielo, el frío viento del Norte te lleva a lugares más cálidos donde la suave brisa mece tu cuerpo, tus oídos se sumergen en el mar con el sonido de sus olas, los campos con flores impregnan tu nariz con olores embriagadores, el jugo de una fruta madura resbala por tus labios dejando un rastro tras de sí de múltiples sabores hasta ahora desconocidos, tu vista se recrea con el extenso abanico de colores que te regala el paisaje y tus ojos reflejan ese arcoíris de matices y tu piel se eriza al contacto de seda de la fresca hierba…¿Qué son esos sonidos, olores, sabores y sensaciones?
Ahora tú ya lo sabes...son libertad.
La libertad, relámpago que parte el cielo en medio de la oscura tormenta
Engarza en oro las alas del pájaro y nunca más volará al cielo.
Comentarios
Publicar un comentario