Para penetrar, para entrar, para habitar en su mundo hay que saber lo que dibuja su mirada. Dar la vuelta al mundo es conocer sus miedos, su pasado, sus manías, sus espantos y sus excentricidades. Un abrazo sirve para repararla, para reconstruirla, para sostenerla, para no perderse más, regálele un futuro estable, con amor, respeto y fidelidad asegurada y ella le dará una vida entera de magia.

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