Y aunque estar con él significaba respirar hondo y alargar la paciencia, descifrar sus misterios sin romperlo y amarlo cada que frunciera su frente cuando algo no resultara como quería; creo que en mi vida no había experimentado la sensación de amar a alguien tan profundamente y tan mágico como lo hago con él. Que sin tener el mismo ritmo no deja de caminar conmigo, que viviendo en otras coordenadas sabemos encontrarnos. Que teniendo tormentas atacando lo nuestro, el amor siempre ha sacado lo mejor de nosotros. Sacudiendo lo que estorba y juntando más las manos. Yo hoy sé con él, que amar es un sinnúmero de cuestas y retos diarios, que le eleva y le deja caer, y no me arrepiento de experimentar esa aventura con mi cómplice, que a estas alturas de la batalla, no se ha rendido.

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