Sabes, es que uno va por ahí encontrándose gente bonita, gente que provoca, gente que te hace bien; pero un día te tropiezas con alguien que es todo eso anterior y más, que lo tocas y ya sabes que los caminos tiemblan, y los ojos se te cierran. Yo lo ví y no tuve dudas. En la esquina de su alma estaba mi nombre y lo reconocí desde que lo abracé. Desde el instante en que vi su sonrisa, que vi sus ojos apretados y cómo se volvía nada de una carcajada, supe que esa era la canción que yo quería componer. A diario coincides con personas que existen bonito, que te dejan lecciones que te hace sonreír, pero un día cualquiera encuentras en las calles que esquivaste, unas manos que pese al derrumbe te hacen sentir entera, que te abrazan y conoces para donde vas, que su existencia, lecciones y sonrisas tratan de su presencia en tu vida, de lo que siente, de lo que transforma en ti. Esa persona que no se va, que no se rinde contigo, que si un día está nublado te presta su paraguas, o se moja contigo. Y yo, mientras hacía dos mil cosas y miraba otros cielos, lo ví, lo encontré, invitándome a soñar, queriendo quedarse en mis adentros, volviendo todo nuevo y dando la certeza de por qué, es él … y nadie más.

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