Velada.
La otra noche habiamos decidido irnos a cenar.
Tenía que haber sido una velada romántica.
Él, la noche y yo.
Pero todo se torció.
Mi garganta ardía y mi cabeza me martilleaba.
Así que, él, como buen caballero, me llevó a casa.
La noche era fría y su brazo rodeaba mi hombro mientras mi mano acariciaba la suya.
Llegamos a casa y mientras yo me cambiaba, él me esperaba apoyado contra la pared.
Cogió mi mano y me sentó en el sofá encima de sus piernas, me tapó con la manta y apoyó mi cabeza en su hombro. Cerré los ojos oliendo su perfume.
- El jueves me di cuenta de que me querías de verdad -dije riendo- Por que me viste hacer el ridículo de una manera impresionante y aun así, sigues conmigo.
Pude sentirle sonreír mientras me acariciaba la espalda.
Seguí hablando, numerando mis millones de defectos y a lo que él contestaba con silencio y más caricias.
-Yo te quiero tal y como eres -dijo susurrando.
Entonces, sonreí, rozó su mano por mi cuello y me besó haciendome sentir, una vez más.
Tenía que haber sido una velada romántica.
Él, la noche y yo.
Pero todo se torció.
Mi garganta ardía y mi cabeza me martilleaba.
Así que, él, como buen caballero, me llevó a casa.
La noche era fría y su brazo rodeaba mi hombro mientras mi mano acariciaba la suya.
Llegamos a casa y mientras yo me cambiaba, él me esperaba apoyado contra la pared.
Cogió mi mano y me sentó en el sofá encima de sus piernas, me tapó con la manta y apoyó mi cabeza en su hombro. Cerré los ojos oliendo su perfume.
- El jueves me di cuenta de que me querías de verdad -dije riendo- Por que me viste hacer el ridículo de una manera impresionante y aun así, sigues conmigo.
Pude sentirle sonreír mientras me acariciaba la espalda.
Seguí hablando, numerando mis millones de defectos y a lo que él contestaba con silencio y más caricias.
-Yo te quiero tal y como eres -dijo susurrando.
Entonces, sonreí, rozó su mano por mi cuello y me besó haciendome sentir, una vez más.
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