Por cada palabra que sale de mi boca, hay unas seis que nunca salen de mi cabeza. Y no desaparecen, meramente se quedan esperando que la próxima vez sean las elegidas. Las que tuvieron la suerte de ser vomitadas por mi boca llegan hasta usted, para abrazarle como dos amigos que no se ven hace tiempo, como el reencuentro entre un padre y un hijo, luego de estar peleado por un largo tiempo. Pero eso nunca va a pasar, porque aquellas palabras que me guardo, aquellas que no digo, que no largo, son las más hermosas que pudiera un ser en esta tierra imaginarse, las más puras que pude crear. Y si las tiene, me va a tener a mí. Ese día, por favor, cuideme mucho.

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