Por cada palabra que sale de mi boca, hay unas seis que nunca salen de mi cabeza. Y no desaparecen, meramente se quedan esperando que la próxima vez sean las elegidas. Las que tuvieron la suerte de ser vomitadas por mi boca llegan hasta usted, para abrazarle como dos amigos que no se ven hace tiempo, como el reencuentro entre un padre y un hijo, luego de estar peleado por un largo tiempo. Pero eso nunca va a pasar, porque aquellas palabras que me guardo, aquellas que no digo, que no largo, son las más hermosas que pudiera un ser en esta tierra imaginarse, las más puras que pude crear. Y si las tiene, me va a tener a mí. Ese día, por favor, cuideme mucho.
Mi muchacho
"El amor estaba ahí, cerquita, esperando que le hablara. Escondido en timidez, disfrazado de amistad.". Y es que no sabe lo emocionada que me pongo cada mes esperando los 13. Y si, a veces dejo esperar un poco para no parecer tan ansiosa, pero miro el reloj cada 12, esperando que ya comience a ser 13. Hay cosas que me gustan de usted con ganas. No hablo de las facciones de su rostro o la proporción de sus piernas. Tampoco hablo de la forma de sus ojos ni mucho menos de la forma en que sus manos se moldean a mi cuerpo cuando hacemos el amor, no hablo tampoco de su cuerpo cuando lo veo vestirse ni de como sus dedos se enredan en mi cabello cuando me toca. Hablo de cosas sencillas como, por ejemplo: me gusta la manera en que sonríe cuando se enoja y también cuando no lo está. Me gusta su mirada concentrada cuando estudia, sus lunares rodeando sus hoyuelos. Me gusta cuando me dice que estoy regalona y le doy toda la razón del mundo. Me gusta porque me ha convertido en alguien...
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