Resistir no es de valientes

Con palabras rotas, miradas cómplices y risas como gotas Te tapizo en mil abrazos.
Perfumandote de recuerdos, nuestros cuerpos amapolas que se mecen en el lienzo. Y así, amarrada a tu calor, en mis noches de desvelo susurro al viento en secreto uno a uno los Te Quiero, que mi boca jamás pronunció.
Podrán olvidar sus cuerpos, pero no su piel.
Podrán olvidar su perfume, pero no su aroma.
Podrán olvidar sus palabras, pero no su boca.
Podrán olvidar sus ojos, pero no su mirada.
Podrán olvidar sus manos, pero nunca sus caricias.
Podrán olvidar su fuego, más no su calor
Podrán borrar la presencia, pero no su existencia.
Todo y más podrán olvidar.

Lo que no saben es que en el afán del olvido inexorablemente sobrevive el recuerdo.
Aquel que martilla las sienes y prensa el alma, el que no da respiro ni abrigo, pues nos hace cautivos en nuestro propio existir.
Nada más cruel que vivir en eterno sobrevuelo.
Resistir no es de valientes, aunque ese sea el único consuelo.

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