Marie
Un frio viento de abril danzaba al final de una noche en San Bernardo cuando el médico entro a la pequeña habitación donde se encontraba Amy.
Aun aturdida por la cirugía, su esposo Fabian sostenía su mano mientras se daban ánimo para las últimas noticias.
Esa tarde una serie de complicaciones obligó a Amy, con tan solo 24 semanas de embarazo, a someterse a una cesárea de emergencia para dar a luz a la nueva hija de la pareja. Marie.
Con 12 pulgadas y pesando solo una libra y nueve onzas, ellos ya sabían que era una niña precariamente prematura. Aun asi, las suaves palabras del médico cayeron como bombas:
-No creo que lo logre- dijo, tan amablemente como pudo- Solamente hay un 10% de posibilidades de que sobreviva la noche y aun cuando, si por alguna escasa posibilidad lo logra, el futuro para ella podría ser muy cruel.
Pasmados e incrédulos, Fabian y Amy escuchaban a medida que el doctor describía los problemas devastadores a los que Marie se enfrentaría si lograba sobrevivir.
Ambos habían soñado desde hace mucho con el día en que vendría una hija para que fueran una familia.. Ahora, en cuestión de horas, ese sueño se desvanecia.
Durante las oscuras horas de la mañana, mientras la vida de Marie dependía del mas delgado hilo, Amy despertó sobresaltada de su sueño, con una creciente determinación de que su pequeñísima hija viviría para convertirse en una niña saludable y feliz.
Pero Fabian, completamente consciente y escuchando los horrendos detalles sobre las posibilidades de que su hija dejara con vida el hospital, mucho menos saludable, supo que debía confrontar a su esposa para lo inevitable.
Fabian entró y dijo que necesitaba que hablaran sobre realizar los arreglos del funeral.
Marie estará bien y vendrá a casa con nosotros!- decía- Como si la determinación de Amy le diera deseos de vivir, Marie se pegó a la vida, hora tras hora, con la ayuda de cada máquina y logrando que su cuerpecito en miniatura pudiera resistir.
Pero a medida que esos primeros días pasaban, una nueva agonía llegó para Fabian y Amy. En vista de que el sub-desarrollado sistema nervioso de Marie se encontraba esencialmente "en crudo", el mas ligero beso o caricia únicamente intensificarían su incomodidad, de manera que ni siquiera podían arrullar a su pequeña bebita contra sus pechos para ofrecerles la fuerza de su amor.
Finalmente, cuando Marie cumplió los dos meses de edad, sus padres lograron estrecharla en sus brazos por primera vez.
Y dos meses más tarde, aún cuando los doctores continuaban con gentileza pero implacablemente advirtiéndoles que sus oportunidades de sobrevivir, mucho menos de llevar una vida normal, estaban próximas, Marie salió del hospital y fue a casa, justo como su madre lo predijo.
En una tarde de verano la niña estaba sentada en el regazo de su madre, como siempre, estaba parloteando sin parar con su madre y algunos adultos que se encontraban sentados en un lugar cercano cuando súbitamente guardo silencio.
Rodeando su pecho con sus brazos, Marie preguntó:
-Mami ... hueles eso ?
Olfateando el aire y detectando la cercanía de una tormenta, Amy contesto "Si, huele como a lluvia" Marie cerró sus ojos y nuevamente preguntó, "Hueles eso?"
Una vez más, su madre contesto, "Si creo que pronto estaremos mojados, huele a lluvia"
Aún atrapada en el momento, Marie sacudió su cabeza, acarició sus hombros con sus pequeñas manos y en voz alta anuncio:
-No, huele así como el perfume del abuelo.
Antes de que la lluvia cayera, Amy logró descifrar las palabras de su hija.
Hoy en día Amy no puede evitar recordar el momento en que su padre había venido a buscar a su pequeña Marie cada vez que se acerca una tormenta.
Aun aturdida por la cirugía, su esposo Fabian sostenía su mano mientras se daban ánimo para las últimas noticias.
Esa tarde una serie de complicaciones obligó a Amy, con tan solo 24 semanas de embarazo, a someterse a una cesárea de emergencia para dar a luz a la nueva hija de la pareja. Marie.
Con 12 pulgadas y pesando solo una libra y nueve onzas, ellos ya sabían que era una niña precariamente prematura. Aun asi, las suaves palabras del médico cayeron como bombas:
-No creo que lo logre- dijo, tan amablemente como pudo- Solamente hay un 10% de posibilidades de que sobreviva la noche y aun cuando, si por alguna escasa posibilidad lo logra, el futuro para ella podría ser muy cruel.
Pasmados e incrédulos, Fabian y Amy escuchaban a medida que el doctor describía los problemas devastadores a los que Marie se enfrentaría si lograba sobrevivir.
Ambos habían soñado desde hace mucho con el día en que vendría una hija para que fueran una familia.. Ahora, en cuestión de horas, ese sueño se desvanecia.
Durante las oscuras horas de la mañana, mientras la vida de Marie dependía del mas delgado hilo, Amy despertó sobresaltada de su sueño, con una creciente determinación de que su pequeñísima hija viviría para convertirse en una niña saludable y feliz.
Pero Fabian, completamente consciente y escuchando los horrendos detalles sobre las posibilidades de que su hija dejara con vida el hospital, mucho menos saludable, supo que debía confrontar a su esposa para lo inevitable.
Fabian entró y dijo que necesitaba que hablaran sobre realizar los arreglos del funeral.
Marie estará bien y vendrá a casa con nosotros!- decía- Como si la determinación de Amy le diera deseos de vivir, Marie se pegó a la vida, hora tras hora, con la ayuda de cada máquina y logrando que su cuerpecito en miniatura pudiera resistir.
Pero a medida que esos primeros días pasaban, una nueva agonía llegó para Fabian y Amy. En vista de que el sub-desarrollado sistema nervioso de Marie se encontraba esencialmente "en crudo", el mas ligero beso o caricia únicamente intensificarían su incomodidad, de manera que ni siquiera podían arrullar a su pequeña bebita contra sus pechos para ofrecerles la fuerza de su amor.
Finalmente, cuando Marie cumplió los dos meses de edad, sus padres lograron estrecharla en sus brazos por primera vez.
Y dos meses más tarde, aún cuando los doctores continuaban con gentileza pero implacablemente advirtiéndoles que sus oportunidades de sobrevivir, mucho menos de llevar una vida normal, estaban próximas, Marie salió del hospital y fue a casa, justo como su madre lo predijo.
En una tarde de verano la niña estaba sentada en el regazo de su madre, como siempre, estaba parloteando sin parar con su madre y algunos adultos que se encontraban sentados en un lugar cercano cuando súbitamente guardo silencio.
Rodeando su pecho con sus brazos, Marie preguntó:
-Mami ... hueles eso ?
Olfateando el aire y detectando la cercanía de una tormenta, Amy contesto "Si, huele como a lluvia" Marie cerró sus ojos y nuevamente preguntó, "Hueles eso?"
Una vez más, su madre contesto, "Si creo que pronto estaremos mojados, huele a lluvia"
Aún atrapada en el momento, Marie sacudió su cabeza, acarició sus hombros con sus pequeñas manos y en voz alta anuncio:
-No, huele así como el perfume del abuelo.
Antes de que la lluvia cayera, Amy logró descifrar las palabras de su hija.
Hoy en día Amy no puede evitar recordar el momento en que su padre había venido a buscar a su pequeña Marie cada vez que se acerca una tormenta.
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