Dulces Sueños ||
De pronto la cama se vuelve mi lugar ideal, y en esta semana tan agetreada de evaluaciones, vivo un amor platónico hacia Morfeo.
Deseo mi almohada en la que incrusto la mitad de mi cuerpo y no sólo mi cabeza, para perderme entre las sábanas e ir difuminándome mientras me conozco más.
Siento que es un privilegio que algunos podamos recordar siempre al despertar lo que hemos soñado. Quizá por ello me resulta tan agradable el surrealismo. La liberación a través de lo onírico, universo que en mi caso suele ser divertido.
Hace algunos días que no tengo pesadillas. Y nunca he sido de las que llora en mitad de la noche o se despierta gritando por haber tenido un “mal sueño”.
Aún los sueños en que percibo la angustia me resultan interesantes, porque la trama es demasiado locochona.
Definitivamente me parece un regalo de las órdenes celestes poder vivir paralelamente a través del subconsciente, y crear otros mundos mientras descansamos.
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