Destino

Una vez más, Alfredo deambula sin rumbo por Santiago.
La soledad se adivina en su actitud.
En dirección contraria camina Katherine, quien puede hacer inmensamente feliz a Alfredo.
Si se encontraran serían una de las parejas que descubren la verdadera felicidad, aunque sea en el atardecer de la vida.
Ambos están a menos de una cuadra, y ocupan la misma vereda.
Su encuentro es inevitable.
Pareciera que el destino les ayuda en su prometedora unión.
Pero en ese momento, sin causa aparente, Alfredo se cambia de acera.

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