Una mujer blanca, de 51 años en el avión le toco un asiento al lado de un hombre negro. Obviamente, enojada por esto, la señora llamo a la azafata. -Señora, ¿cual es el problema? - preguntó la azafata. -Obviamente, no lo ve. - dijo la señora - Me han sentado al lado de un hombre negro. No estoy de acuerdo en sentarme al lado de un persona perteneciente a un grupo repugnante, deme otro asiento. -Cálmese - dijo la azafata - Todos lo asientos en este avión están ocupados, pero veré si hay alguno libre por ahí. La azafata se fue y después volvió diciendo: - Señora, hablé con el capitán. Él me dijo que no hay asientos libre en la clase turista, pero que hay un asiento en la primera clase. Antes de que la señora pudiera decir algo, la azafata continuo: - Generalmente la compañía no deja que gente de la clase económica pase a primera clase. Pero, dadas las circunstancias, el capitán siente que sería escandaloso hacer que alguien se siente al lado de una persona repugnante. Luego, la azafata le dijo al hombre negro: - Por lo tanto, señor, si usted le gustaría, por favor agarre sus cosas y vaya a primera clase. Los demás pasajeros quedaron sorprendidos pero se pararon y aplaudieron.
Él.
Es un maníaco de los detalles y un psicópata enamorado de las cartas escritas a mano. Solía ser un hombre muy distinto a lo que es ahora, tiene una cultura rallante en la locura . Este individuo de ojos oscuros admite haberse enamorado de unadama que toca el piano cada noche y que, al igual que las mujeres que el solía enamorar, tiene mil virtudes y secretos bajo su vestido de gala. Él tiene millones de pecados, todos ellos, conocidos por nadie . Pero el sentimiento hacia ella tiñe la ciudad de una magia que ni siquiera la más roja de las pecadoras va a poder reemplazar jamás . Se apoyó suavemente sobre el cuerpo de su querida y, escondiendo el rostro en su pelo, recorrió su cuello y sus hombros ; ella se atrevió a sonreírle. Era tan tímida, tan dulce . Él sintió que su corazón ardía con fervor . Movido por un arrebato, la besó . -Tengo que ir - le susurró al oído. Él refunfuñó. Finalmente, consintió en dejarla ir. Se cubrió con las sábanas: sin ella, el frío era des...
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