—¿Estás solo? —No. Hay seis personas mirándome en este momento, preguntándose con quién demonios estoy hablando. —¿En serio? —mascullo, petrificada. —Sí. En serio. —Probablemente pensaban que eras gay. Él ríe. —Sí, probablemente. —Oigo su sonrisa.

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Él.