Emily siempre tiene una sonrisa enorme pintada en la cara.

Es una de esas niñas que te alegran la mañana si coincides con ellas en el autobús.
Lástima que hoy en el patio del colegio algo la haya borrado la sonrisa.
Al parecer Matias la ha empujado y, al caer, se ha hecho un raspón en las rodillas.
Y luego no la ha dado un beso ni nada... ¿Qué clase de príncipes azules son estos?

Y es que ha sido exactamente en ese momento, allí sentada en secretaria, mientras la cuidadora le embadurnaba de Alcohol en las rodillas, cuando Emily ha dejado de creer en los cuentos de hadas.


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Él.