Quiero confesarle algo.
Algo que es tan loco como nosotros.
Quiero confesar que le quiero, que me gusta y que no me importaría enamorarme de usted.
Que le quiero con locura, esa que no entiende, pero que le gusta.
Hoy quiero gritar que amo la manera en la que me hace sentir, como si el mundo es demasiado poco para nosotros.
Quiero decirle que huiría con usted, sin pensarlo.
Y es que nadie me hizo sentir así.
Vino despacio, lentamente, como si pidiera permiso y al mismo tiempo me ordenara que le dejara entrar.
Me importa nada la gente, el que dirán e incluso nuestra edad.
Porque nadie me mantuvo deseando un futuro como usted.
Y eso, es lo que vine a confesar.
Él.
Es un maníaco de los detalles y un psicópata enamorado de las cartas escritas a mano. Solía ser un hombre muy distinto a lo que es ahora, tiene una cultura rallante en la locura . Este individuo de ojos oscuros admite haberse enamorado de unadama que toca el piano cada noche y que, al igual que las mujeres que el solía enamorar, tiene mil virtudes y secretos bajo su vestido de gala. Él tiene millones de pecados, todos ellos, conocidos por nadie . Pero el sentimiento hacia ella tiñe la ciudad de una magia que ni siquiera la más roja de las pecadoras va a poder reemplazar jamás . Se apoyó suavemente sobre el cuerpo de su querida y, escondiendo el rostro en su pelo, recorrió su cuello y sus hombros ; ella se atrevió a sonreírle. Era tan tímida, tan dulce . Él sintió que su corazón ardía con fervor . Movido por un arrebato, la besó . -Tengo que ir - le susurró al oído. Él refunfuñó. Finalmente, consintió en dejarla ir. Se cubrió con las sábanas: sin ella, el frío era des...
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