Mírate caminar, mujer, estás para que te amen. Que se rompan las ventanas cada vez que pasas cerca y se hagan grietas en el piso con los zapatos que tocas, para que piensen en ti cuando se apagan las luces y seas el primer deseo que alguien pida al despertar. Mírate bien, mujer, no estás para que te engañen, ni que te quieran a medias. No estás para ser segunda opción.

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