No me olvides.
Como primer pedido, y ruego, que lanzó desde mi sentimiento y a pesar de la distancia. Segundo, que tu corazón sea libre, que camine lento pero firme.
Tercero, y no menos importante, es que recuerdes que hoy, mañana o cuando estes preparado, voy a estar para ti.
Para ti, como lo estoy ahora en mente y en alma.
No soy un fantasma, una pesadilla o una enfermedad.
No te busqué. No me buscaste. Aparecimos y acá estamos.
¿Corremos cada uno para su lado? No, juro que no quiero eso. ¿Queres correr tú? Hazlo, pero yo no me moveré del lugar para que cuando quieras me puedas ubicar con facilidad.
Con respecto al miedo, a ese enemigo que suele ubicarse en nuestras cabezas y nos dan batallas cruentas, puedo asociarme a tu ejército y a través de mis abrazos, de mi compañia y de mis ojos por sobre los tuyos, poder ayudarte a derrotarlo.
Y es que el olor de esa poesía que forma tu sonrisa después de dormir conmigo en mis sueños me obliga a estar, a decir presente. Mi cuerpo relajado después de tus masajes de pensamiento me piden que no tenga temor y que te haga sentir especial cada segundo.
Los besos que me brindan tus mensajes agitan incansablemente mi corazón.
La vida, dividida en pasado, presente y futuro, nos da esa ventaja.
Tu no fuiste para mi. Eres y serás.
Yo no dejé de ser para ti sino que soy o seré.
En el pasado no estuve; y tienes dos tiempos para decidir acercarte a mi.
Puedes hacerlo en el presente; puedo esperarte en el futuro.
Él.
Es un maníaco de los detalles y un psicópata enamorado de las cartas escritas a mano. Solía ser un hombre muy distinto a lo que es ahora, tiene una cultura rallante en la locura . Este individuo de ojos oscuros admite haberse enamorado de unadama que toca el piano cada noche y que, al igual que las mujeres que el solía enamorar, tiene mil virtudes y secretos bajo su vestido de gala. Él tiene millones de pecados, todos ellos, conocidos por nadie . Pero el sentimiento hacia ella tiñe la ciudad de una magia que ni siquiera la más roja de las pecadoras va a poder reemplazar jamás . Se apoyó suavemente sobre el cuerpo de su querida y, escondiendo el rostro en su pelo, recorrió su cuello y sus hombros ; ella se atrevió a sonreírle. Era tan tímida, tan dulce . Él sintió que su corazón ardía con fervor . Movido por un arrebato, la besó . -Tengo que ir - le susurró al oído. Él refunfuñó. Finalmente, consintió en dejarla ir. Se cubrió con las sábanas: sin ella, el frío era des...
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