¿Saben? Esta es mi familia. Estoy muy orgullosa de él porque me enseña a renovar mi concepto de amor. Es un luchador, y , ¿saben? Nunca me ha juzgado por ser quien soy . Se encarga de demostrarme de mil maneras lo mucho que me ama (siempre con gestos, no es un hombre de palabras) no asumiendo nada y abrazándome cuando estoy cerca, a su cuidado. Él es quizás el hombre más trabajador que conozco. Trabajador y apasionado. Es esas que nunca llega tarde al trabajo, (sale mil horas antes, solo por el hecho que puede ocurrir muchas probabilidades en el camino) , se asegura de que todos sus pacientes estén en condiciones dignas y con el cuidado necesario. Me ha enseñado muchas cosas, pero creo que no se da cuenta que este defecto que tengo de ‘nunca parar’ viene directo de él. Es quizás el hombre más bondadoso que conozco. Es indudablemente querible, y grandiosamente solidario. Es de esas compañías necesarias para hacerte sentir protegido. Es a quien recurro para que me enseñe, una y otra vez, a apreciar lo que tengo y a no necesitar nada más. Es muy inteligente, súmamente asertivo y feliz, la mayor parte del tiempo. Es mi persona favorita en el mundo. Es tan único, tan parte de mí, y tan, pero tan adorable. Cuántas veces nos hemos sentado en esa banca, a beber una cerveza y arreglar la vida que siempre se nos vino juntos, platicar sobre lo mucho que han crecido nuestras plantas y lo que nos alguna vez nos preocupó. Cada vez antes de ir a turno, me gusta prepararnos desayuno y él siempre pero siempre, se despide con un beso antes de irse y me mira en el umbral de la puerta, con un pucherito por no querer irse de allí. Yo vengo de aquí, soy parte de esta vida y jamás nos desligaremos. Los caminos que yo tomé son sus caminos, y mi corazón le pertenece donde sea que esté. Y estoy segura que yo también formo parte de cada uno de ellos. Feliz día de nosotros, lo bautizo, hoy.

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