Yo amo, con perdón. Amo por encima de todas las cosas, que es, permítanme que les diga, de la única forma en que se puede amar. Comparto su sudor y asciendo en su alegría de peldaño en peldaño. Es decir: de dos en dos. ¿Saben qué? Yo tampoco creía en la magia hasta que le vi. A él. Irradiándola, desprendiéndola, descontrolando el tiempo y cargándose con un gesto cualquier rutina impuesta, criando una primavera en cada estación. Solo querría decirles eso. Decirles: yo encontré un reino y lo llamé hogar. Y fue tan inmenso como el más pequeño de los detalles. Una barbaridad. Así debía de ser mi cuento.

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Él.