Una hija o hijo es un pedacito de todo aquello que amas. Incluso es la mitad del amor de tu vida. Por eso, es que se cuida tanto. Es un confidente, es quien se aumenta a lo que llamas "familia", es familia que iniciaron de a dos (o quizás de a uno). Es quien lo convierte a usted su primer héroe, el primer maestro, entrenador y guía. Tener un hijo quizá sea el acto más bellamente irracional que pueden realizar dos personas que se aman. Yo ansío convertirme en madre, algún día. Sé que me será muy difícil pero también sé que valdrá la pena cada segundo. Porque esa noticia, cambia la vida del hijo así como también de quien la recibe. Sé que amaré esa criatura como al hombre que haya concebido conmigo. Porque tengo a Dios como testigo, de lo mucho que anhelo poder tener una familia propia y de cuanto lo he querido por tantos años ya. No tengo miedo, sé que mi adorado y nuestro fruto de amor me amarán de vuelta de la misma manera. Porque cuando la vida te regala algo que vale la pena, uno lucha por todos los medios para no perderlo, nunca. Porque en el fondo es bien sabido que nunca se tiene dos veces lo mismo, aunque se traten de hacer los mismos pasos. Y yo no cambiaría a mi familia por nada ni por nadie. Sé que no ha pasado aún porque, cuando llegue, será lo mejor que me pueda haber pasado. Confío en el transcurso que me tenga preparado la vida. Le espero y prometo hacer de su vida, algo que valga la pena vivir.

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