“Quizá les haya pasado en alguna ocasión, quizás… alguna vez caminando por la calle les pareció ver entre el tumulto de la gente a una persona a la que amaron hace mucho tiempo. Apenas fue un instante, un breve destello de luz, lo suficiente como para dejar una quemadura en la retina y en el alma. Lo suficiente como para dejarte paralizado en mitad de la acera sintiéndote a contracorriente de todo. Sin saber muy qué hacer o qué decir… Y se le llena a uno la cabeza de recuerdos. Y el caso es que uno no está seguro de que se trate de esa persona porque primero fue, como digo, un breve instante y, en segundo lugar, porque hace tanto tiempo desde la última vez que os visteis que… que todos hemos cambiado en este tiempo y tú también aunque a veces te niegues a reconocerlo. Y está bien que así sea. El caso es que entonces uno queda dudando en mitad de la acera pensando si no será que uno confunde la realidad con el deseo. Quiero decir que quizá si se trate de esa persona pero a lo mejor no. A lo mejor uno lo desea tanto que la inventa entre la gente. Desapareciendo y apareciendo, apareciendo y desapareciendo. Y no digo que quedara algo urgente por decir, algo pendiente… Quizá no sea eso, quizá sea un deseo inconsciente y uno sólo quiero encontrarse con ella para decirle cualquier tontería. Quizá para recuperar un retazo de aquellos tiempos en los que éramos eternos e invulnerables. Quizá sólo para decir «¿Qué ha sido de ti todo este tiempo?» ¿Qué fue de nosotros…? ¿Qué ha sido de mí…?”
Él.
Es un maníaco de los detalles y un psicópata enamorado de las cartas escritas a mano. Solía ser un hombre muy distinto a lo que es ahora, tiene una cultura rallante en la locura . Este individuo de ojos oscuros admite haberse enamorado de unadama que toca el piano cada noche y que, al igual que las mujeres que el solía enamorar, tiene mil virtudes y secretos bajo su vestido de gala. Él tiene millones de pecados, todos ellos, conocidos por nadie . Pero el sentimiento hacia ella tiñe la ciudad de una magia que ni siquiera la más roja de las pecadoras va a poder reemplazar jamás . Se apoyó suavemente sobre el cuerpo de su querida y, escondiendo el rostro en su pelo, recorrió su cuello y sus hombros ; ella se atrevió a sonreírle. Era tan tímida, tan dulce . Él sintió que su corazón ardía con fervor . Movido por un arrebato, la besó . -Tengo que ir - le susurró al oído. Él refunfuñó. Finalmente, consintió en dejarla ir. Se cubrió con las sábanas: sin ella, el frío era des...
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