Algunos dicen que sí rubias, de piernas largas o con un buen par de senos. Otros solo se conforman con una boca y que sea buena en la cama, lo demás es sólo adorno. Él las prefiere transparentes, de piel acetato para mirar su interior. Las quiere con una cajita en el pecho, no importa su exterior, deben tener una cajita en forma de corazón para que él pueda vivir dentro. Mi amigo las quiere traslúcidas, con el cabello más largo que sus propios sueños, le gusta llenarles el rostro de fiebre y hacerlas reír con un tibio beso. Él las quiere largas, como lianas amazónicas, largas para agarrarse de ellas y viajar rumbo tras rumbo por sitios desconocidos; le gusta mirar su silueta a contraluz, los hombros siempre hacia atrás, dibujando un blues en la habitación con sus ojos siempre postrados en él, alabándolo, ayudándolo a salir de esa cárcel en la que se ha metido poco a poco. A él le gustan sinceras, como el granizo que antecede a las lluvias grises. No importa cuántas pala...