Te digo que te quiero, pero no te suena bien. Vuelvo a intentarlo con más énfasis, pero tampoco te convence. Nos miramos un rato, en silencio y rompemos a reír a carcajadas. ¡Pero en qué estaría pensando! Que se vayan al carajo las palabras. Te acaricio el cabello, te muerdo la mejilla, y te golpeo la pancita. Y tú me dices que así, sí.

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Él.