Los niños ignoran el mundo de los adultos, pero un adulto puede recordar fácilmente el mundo de los niños.


Cuando subestimes el aroma de la comida preparada por un ser querido tuyo, la simpleza de un abrazo o la alegría de un juego tonto, es cuando has perdido la niñez, no cuando el tiempo te haya convertido en un hombre o una mujer.

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Él.