Hay una belleza que es ajena a los ojos o a la percepción del tacto, es una que se lleva dentro. Hay ruinas que son arte, hay grietas que son arte, hay vidas que son arte. Y las cicatrices también son arte que duele al entenderlo, al sentir su andar, su reflejo. Hay cierta valentía inexplicable, hay un esfuerzo conmovedor, hay una fuerza que deja sin palabras. Al leer esa historia oculta o expuesta a todo el mundo. Pobres de aquellos que juzguen o no entiendan las heridas ajenas. La peor ceguera no es la de los ojos sino la del alma.

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