—¿Puedo volver a verte? —me preguntó. Su voz sonó nerviosa, y me pareció entrañable. —Claro —le contesté sonriendo. —¿Mañana? —me preguntó. —Paciencia, saltamontes —le aconsejé—. No querrás parecer ansioso. —No, por eso te he dicho mañana —me contestó—. Quisiera volver a verte hoy mismo, pero estoy dispuesto a esperar toda la noche y buena parte de mañana.

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